El camino del amor...Sólo el que ama es feliz.





Hay muchos caminos que conducen a diferentes lugares, pero el único que nos conduce al cielo se llama: JESÚS (Juan 14:6)






martes, 9 de agosto de 2011

LA HIGUERA EN LA PIEDRA


Un día caminando por las sierras, disfrutando del paisaje y del descanso del fin de semana, me encontré algo que llamó poderosamente la atención, una pequeña higuera creciendo en una piedra. Como estaba con la cámara fotográfica, hice una foto, y mientras lo hacía, pensé, tengo que hacer un artículo sobre esto.

Muchos se preguntarán que me llevó a hacer un artículo sobre una simple higuera, pues bien, les diré, que me llamó poderosamente la atención el nacimiento de este árbol frutal en un medio tan hostil y tan diferente al tradicional y todo esto lo relacioné con la disposición que tiene cada ser humano al afrontar en esta vida tantas dificultades.

Cuando veía la higuera creciendo en la roca paralelamente me acordaba de mucha gente que he escuchado a lo largo de mi vida decir estar deprimida, con problemas, que no podían salir adelante o con falta de tiempo para realizar un trabajo interior por no estar en un medio adecuado.

La higuera en la piedra me hizo pensar en todas aquellas personas que no supieron adaptarse al medio ambiente y sucumbieron ante las adversidades de la vida, y que ni siquiera entendieron el porque de su paso por la vida.

Muchos pensamientos de una manera intuitiva me pasaron por la cabeza, me alegraba cuando veía esta higuera cumpliendo con su misión en la tierra,... crecer a pesar de todo.

Todo ello me llevó a la reflexión, una reflexión que solo me reafirmaba lo que ya sabía, pero intuitivamente sabía que tenía que escribir este artículo para muchos que aún necesitan reafirmar de que no importa el medio en que uno viva, o en que familia ha nacido, si es pobre o rico, si nació en el primer mundo o en el último, si nació con problemas o sin ellos. La vida tiene muchas facetas y nosotros al igual que nuestra amiga la higuera solo tenemos que crecer a pesar de los obstáculos, aprender y crecer espiritualmente, ese es nuestro fin, nuestro destino en nuestra evolución. Sucumbir en nuestra evolución es solo demorar nuestra felicidad.

Anímate y se como la higuera, no solo crece sino también da tus frutos para que otros también puedan crecer.

lunes, 1 de agosto de 2011

¿Para qué vino Jesús a la tierra?


No había forma de que pudiéramos llegar a Dios, porque por más que uno se esfuerce... ¿puede hacer las cosas bien? Es como si te estás ahogando en un pozo y quieres sacarte a ti mismo tirándote del pelo.

No podíamos llegar a Dios, porque no podíamos solucionar el abismo que nos separaba de Él.

Por eso vino Jesús. El que nunca hizo nada malo, vino a entregar su vida en la cruz, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.

Porque Jesús llevo sobre él, el castigo que merecíamos, ahora podemos llegar a Dios, para vivir una vida hermosa y algún día compartir con El el cielo.

Puestos los ojos en Jesús “Mateo 14:22-32”

La Biblia nos relata que los discípulos fueron enviados por Jesús a cruzar el mar. Se encontraron con vientos contrarios y traicioneros que amenazaban con volcar su barca y frustrar su llegada al nuevo lugar. El viento trataba de impedir que alcanzaran su destino. En medio de esa amenaza y dura lucha, Jesús vino a ellos y no lo reconocieron.

Frecuentemente en situaciones de incertidumbre y amenaza no podemos reconocer a Jesús viniendo a nosotros. Cuando lo reconocieron lo dejaron entrar a la barca con ellos, una decisión que salvó sus vidas y les permitió llegar a su destino. Los discípulos seguramente estaban acostumbrados a llevar adelante una barca en medio de la tempestad. Aún así, al más preparado, cuando llega la hora de pasar la prueba, le es muy posible no ver a Jesús, nuestro Salvador, el que puede traer paz en medio de la tormenta.

Para que el éxito de nuestro viaje se determine, permitamos a Dios entrar en nuestra barca. La duda y el temor se transformaran en fe y “puestos los ojos en Él”, nuestro viaje a los cambios, nuevos compromisos, decisiones y silencios, estarán seguros. Él ya se comprometió a estar con nosotros en aguas tempestuosas e inseguras.
Aprendamos a quitar las manos del timón que gobierna nuestra vida…

Qué especial es Jesús cuando le necesitamos, viene en nuestro auxilio si nosotros le permitimos que lo haga, por tanto que en situaciones así podamos darle cabida al mejor Capitán que puede guiar nuestro barco que es la vida, a un puerto seguro.