El camino del amor...Sólo el que ama es feliz.





Hay muchos caminos que conducen a diferentes lugares, pero el único que nos conduce al cielo se llama: JESÚS (Juan 14:6)






viernes, 21 de diciembre de 2012

Yo soy el barro

Señor: Soy ese barro sin figura al que tú le das forma continuamente. ¡Estoy dolorida, este proceso me está costando demasiado! Y aunque siento hecha pedazos  mi vasija… Sé bien que vale la pena atravesar este proceso porque me tienes en tus manos.
Los seres humanos tratamos de entenderte, pero realmente nos quedamos cortos en nuestros pensamientos. Tú siempre ves más allá, muy profundo, muy adentro. Nosotros solo vemos pequeñas partes que no siempre interpretamos bien.
Una y otra vez me rompo y una y otra vez me recoges y me vuelves a hacer. Y pienso: “¿Qué voy a hacer Señor? ¿Qué será de mí? ¿Lograré soportarlo?” ¿Cuánto más falta? Y tú con tu voz suave y dulce me contestas: “Que sea paciente, que aunque ahora no lo vea, ni lo entienda, quedaré muy hermosa y que el final será grandioso.

¡Dios mío, yo soy el barro y tú el Alfarero! Solo deseo que tu gloria se manifieste cada día en mi vida. Que la gloria y el poder sean para ti siempre.

¡Todo saldrá bien! Me grita una voz desde mi interior. “Que no te importe la niebla, la noche, ni la sombra. Que no te inquiete, ni te turbe este desierto. Que estar en tus manos siempre es muy seguro. Que mientras tu llama arda en mí, jamás este amor será extinguido”. Me duele, pero me estás dando tu forma. Dame la fuerza, dame resistencia y seré tu obra, una vasija y un recipiente hermoso.

jueves, 20 de diciembre de 2012

A DIOS NO SE LE PUEDE DECIR "NO"


Era el final de los cursillos. Unos cursillos de orientación social para cincuenta muchachos y muchachas inquietos, que buscaban su "puesto" en la sociedad... La última reunión.
Llevábamos más de dos horas reunidos. De un rincón se adelantó un muchacho pequeño, normal.
—Yo creo que todo esto que habéis dicho es muy importante.
Hablaba despacio, penosamente.
—He pensado mucho estos días y creo que...
Se paró en seco, como si tuviera un nudo en la garganta que le ahogase.
—... que aunque no he sido bueno hasta ahora, muchos de vosotros lo sabéis.
Hablaba mal, pero se veía una sinceridad tan descarnada en su rostro, en sus brazos caídos, que hasta los silencios eran sorbidos gota a gota.
—... y aunque yo no quería..., no quería ver ni oír..., quería seguir como hasta ahora..., pero ya no puedo más. Tengo que ser sacerdote. Y se sentó.
Hubo un silencio de estupor, de incredulidad. Nadie reaccionaba.
De repente, estalló un aplauso cerrado.
El muchacho no oía. Con las manos se apretaba la frente. Hundido, Perdido en un rincón. Como si después de una noche tormentosa, al tocar tierra, hubiese caído exánime en la orilla.
El director impuso silencio. Hacia falta un cambio. Y nos mandó a cenar. Durante la cena, una cena democrática, me toco junto a una muchacha de color.
—Y usted, ¿qué piensa de aquel muchacho?
Abrió los ojos—unos ojos negros, como su piel, grandes—, me miró despacio.
—No hay más remedio. No se puede decir que "no" a Dios.
Golpeó con el cuchillo un trozo de pan suavemente un rato.
—Claro que él le ha oído. Lo triste es no saber. El ha de ser feliz. Yo le envidio .

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Diálogo con Cristo


Jesús, aunque experimente dificultades y problemas, situaciones de sufrimiento y dolor, momentos difíciles de comprender y de aceptar, siguiendo el ejemplo de María, tengo la seguridad que todo tendrá una razón y un sentido. Sin embargo soy débil para ofrecerte que quiero ser purificada en el dolor… simplemente sé y confío en que me darás lo que necesito para entrar un día en el cielo, ¡gracias Dios mío!


martes, 4 de diciembre de 2012

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. (Mt 11, 28)


Cuántas veces al sentirnos cansados o agobiados en vez de acudir a Jesús nos quedamos solos. ¡Es que nos han enseñado que para presentarnos ante Jesús tenemos que ser dignos, puros! Entonces cuando me agobia mi pecado, o mi duda, o mis propias incoherencias o las dificultades de la vida, cuando siento que no soy capaz de amar, me alejo. Pienso que tengo que presentarme ante Jesús con las cosas resueltas. A cuántas personas, por ejemplo, les cuesta rezar cuando están enojadas, o cuando sienten rencor, o deseos de venganza. Les parece que así no pueden ir a Jesús y que tienen que solucionar el tema ellas solas en vez de darse cuenta de que es justamente en contacto con Jesús como van a poder llevar el yugo y la carga, porque solo Él la hace liviana y finalmente nos libera.
Otros se alejan de Jesús cuando sienten que no está “cumpliendo”, como si el encuentro con Jesús dependiese de cumplir normas y reglas. Confunden la copa con el vino. Y sin embargo Jesús se nos ofrece siempre, y con más razón cuando estamos necesitados por cualquier motivo. Ya lo dijo hasta el cansancio, vino para los pecadores, para los enfermos, para las ovejas extraviadas, pero nosotros seguimos pensando al revés.

Sentir que Jesús es un amigo en el cuál puedo apoyarme cuando estoy cansada y agobiada, cuando se debilita mi fe o mi pecado me avergüenza. Que puedo volver siempre, como lo hizo el hijo pródigo, no porque estaba arrepentido si no porque tenía hambre y allí estaba el Padre esperándolo con los brazos abiertos, sin siquiera dejarle pedir perdón, sin ponerle condiciones ni ponerle penitencia alguna, al contrario, haciendo una fiesta. ¡Qué maravilla!
Lo buenoo, al menos para mí,fue cuando me di cuenta de que las cosas eran al revés de lo que me las habían enseñado. No tengo que ser buena para que Jesús me ame, es el amor de Jesús el que me hace querer ser buena. Es sentirme amada así, incondicionalmente, gratuitamente, lo que despierta en mí el deseo de amar y ser mejor persona, aún a pesar de mis debilidades y de mi pecado. Quizás lo que nos falte es ser menos “sabios y prudentes” y hacernos pequeños, sencillos, como niños para poder entender el mensaje de este Jesús que siempre nos está sorprendiendo. De este Jesús que es manso y humilde de corazón y nos invita a imitarlo.