El camino del amor...Sólo el que ama es feliz.





Hay muchos caminos que conducen a diferentes lugares, pero el único que nos conduce al cielo se llama: JESÚS (Juan 14:6)






jueves, 7 de enero de 2010

Cuando el Cielo se nubla

Pensaba en cuantas veces delante de nuestros ojos sin darnos cuenta pareciera que el cielo espiritual se nubla. De pronto estamos en un tiempo de gran bendición, tal vez viviendo días de gran derramamiento y... de repente, sin saber como, todo se vuelve gris y frio.


En esos momentos no sabemos que es lo que ocurre. Nos sentimos desorientados, miramos al cielo, buscamos, y todo es gris; y nos decimos a nosotros mismos ¿qué es lo que pasa?

¿Sabes? Las tormentas son impredecibles. A veces podemos ver los nubarrones, y otras veces se ocasionan mientras estamos durmiendo o descansando, casi siempre nos pillan por la espalda.

Creo que a veces Dios permite esos momentos para demostrarnos que a pesar de las tormentas, por encima de ellas, Él siempre está. Su compañía y su gracia nunca nos dejan y Él siempre está dispuesto para intervenir y decirle "...al viento: Calla! y a la mar: enmudece!", tal vez esperando que nuestro clamor sea tan fuerte que traspase la tormenta y llegue a sus atrios, quizás como parte de nuestro adiestramiento en esta guerra invisible pero sangrienta que se libra día a día y que Él ha dejado en nuestra dirección.

Quizás esos momentos en que el cielo se nubla sean los momentos escogidos por Dios para profundizar nuestro adiestramiento, momentos que Él prepara para generar la expectativa de un encuentro, el deseo desesperado de sus brazos, su protección, sus caricias, en fin... su paternidad, y también reconocer nuestra posición en Él, la que el nos legó, la que dejó para que tomemos y extendamos su reino.

Si te pasan esos momentos de tormenta no te desesperes ni te impacientes, no permitas que tu corazón se sienta abrumado, Él es el que dijo: "No te desampararé ni te dejaré.

A pesar de la tormenta o del tiempo nublado nuestro sol de justicia.

SIEMPRE ESTA...!


2 comentarios:

  1. Las tormentas de la vida muchas veces son muy fuertes, en muchas ocasiones parece que no podremos frente a ellas, las lágrimas aparecen y por un tiempo parece que son el pan diario para nuestra vida.
    Y es que todos estamos expuestos a ser víctimas de una tormenta fuerte, de esas que nos dejan derribados muchas veces, pero no destruidos, el Apóstol Pablo decía: “…derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:9).
    Lo bonito de todo esto es que en medio de la tormenta tenemos a un Dios que nos viene a rescatar, que no nos dejara hundir y mucho menos morir. El está siempre atento a nosotros, su amor ENORME nos alcanzó, y por medio de ese perdón nosotros podemos estar seguros que las tormentas de la vida pueden venir, pero Dios jamás nos dejara hundir.

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  2. Dicen que aveces hay que sentir que pierdes algo para valorarlo.
    Puede ser que cuando descuidamos nuestra relación con Dios,Este se nos haga menos presente y esta ausencia de su presencia,es la que nos lleve a buscarlo.
    Quiero pensar, que aun cuando no preferimos no sentirle, Él se camufla y nos mira con sus ojos de Padre, preocupado por el hijo que no consigue aclararse ni consigo mismo, ni con la sociedad ni con el mundo.
    De pronto, un día , sin querer algo hace que tu interior se estremezca, y un remordimiento te hace ver lo injusto que has sido y sin saber porque te sientes abrazado, arropado, querido...es entonces cuando recuerdas que Él siempre ha estado a tu lado.
    También dicen que los reencuentros son fructiferos...pues ojalá que después de estos periodos nuestra fe y nuestra relación con el Padre sea más intensa y sobre todo duradera.

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